Trini cruza un brazo sobre su espalda y estira el otro hacia el cielo. Su espalda se arquea, su cara se pinta de rojo y yo, desde el bordecito de la alfombra retengo la respiración con ella.
Cande corre detrás de la pelota con otros quince nenes. Mete la patita en un nudo de patitas. La remera rosa y los rodetitos resaltan en el medio de tanta camiseta de Boca, Argentina, River.
Ir al club con las chicas, mis chicas, mis hijas es un viaje de ida. Las miro y sencillamente me quedo colgada entre la fascinación y la admiración.
Ellas tan dueñas de ellas, de sus cuerpos, de sus movimientos.
Ellas tan diferentes a mí. Ellas que no tienen miedo de caerse o de rasparse las rodillas contra un césped de plástico. Que practican hasta que sale la media luna o que se bancan ser la última elegida cuando los equipos se dividen -porque a los cinco años la diversidad, la igualdad y las oportunidades, no significan nada si tu equipo no mete goles-.
Tan valientes, tan poderosas (como dice Cande). Tan versión mejorada de lo que fui.
Sí, definitivamente ir al club con ellas es un viaje de ida.
Ayer, entre las góndolas del chino, para desalmidonar un poco el momento emotivo, les dije que las admiraba. Trini me miró y me dijo, mamá, otra vez llorando? Y sí otra vez llorando por el orgullo que me da ser la madre de estas dos mujeres chiquitas que me enseñan todos los dias.
Cande corre detrás de la pelota con otros quince nenes. Mete la patita en un nudo de patitas. La remera rosa y los rodetitos resaltan en el medio de tanta camiseta de Boca, Argentina, River.
Ir al club con las chicas, mis chicas, mis hijas es un viaje de ida. Las miro y sencillamente me quedo colgada entre la fascinación y la admiración.
Ellas tan dueñas de ellas, de sus cuerpos, de sus movimientos.
Ellas tan diferentes a mí. Ellas que no tienen miedo de caerse o de rasparse las rodillas contra un césped de plástico. Que practican hasta que sale la media luna o que se bancan ser la última elegida cuando los equipos se dividen -porque a los cinco años la diversidad, la igualdad y las oportunidades, no significan nada si tu equipo no mete goles-.
Tan valientes, tan poderosas (como dice Cande). Tan versión mejorada de lo que fui.
Sí, definitivamente ir al club con ellas es un viaje de ida.
Ayer, entre las góndolas del chino, para desalmidonar un poco el momento emotivo, les dije que las admiraba. Trini me miró y me dijo, mamá, otra vez llorando? Y sí otra vez llorando por el orgullo que me da ser la madre de estas dos mujeres chiquitas que me enseñan todos los dias.
4 comentarios:
Ay, Amiga.
Nuestros hijos vinieron a eso, a enseñarnos a ser mamás, a ser mejores personas, a reir cuando nos ataca el llanto, a ver las cosas reales y no ahogarnos en pavadas.
Ellos, las versiones mejoradas de lo que fuimos (me gustó esa frase), son quienes nos llenan de orgullo, amor y paz.
Miremolos más.
Te quiero, Besos.
Y que grandes mis chiquitas, la tía tambíen orgullosa!!!!
Sos una guacha, me hiciste hinchar el corazón, nudito en la garganta y lagrimitas. No sabés como te quiero por estas cosas!
:)
Gracias Babi por leerme y por ser el tipo de mamá con el que me siento cerca (lo de chuparle las patas a los niños, puedo evitarlo)
Y gracias por leerme (también) aca.
Gracias Ju, por la emoción y por compartirme la memoria de dos panzas que despues fueron cuatro y de dos amiguitas que seran amigas. Gracias por esa hija que tenes que es LA amiga de mi hija, como nosotras somos y seremos.
Gracias Ajen!!! Siempre leyendome, siempre estando ahí detras de las letras.
Besos a todos!
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